HE VUELTO A MADRID
A pesar de vivir en Barcelona desde hace casi 15 años, nací en Madrid. La única de toda mi familia que nació allí. Pero aún así, me tira mucho la tierra, y es que de hecho, nunca he renegado de mi origen, al contrario, incluso cuando me dicen que ya soy catalana por mi acento. No, soy madrileña, y siempre lo seré. Al fin y al cabo, eres de donde te sientes, y me siento medio madrileña y medio maña, qué le voy a hacer.
Ayer tuve la oportunidad de visitar Madrid, después de 5 años sin pisarla. Fue un viaje de trabajo (mi primer viaje de trabajo), y aunque sólo estuve unas horas... fue suficiente para volver a querer a mi ciudad. He vuelto esta mañana, temprano, para seguir trabajando en la oficina y... no quería despegar, quería disfrutar más del cariño de la ciudad, de su gente, de su amabilidad y simpatía.
Lo mejor de las apenas 14 horas que pasé, fue volver a ver a mi amiga Zanita. Yo estaba trabajando pero, pudo venir a verme y, aunque no pude estar 100% a su lado, fue bonito volver a vernos.
Nuestra amistad empezó con la niñez, y continuó en la distancia siendo dos niñas de apenas 10 años de edad. Pero la amistad es fuerte, y al cabo de 8 años, nos volvimos a encontrar, vino a Barcelona a verme. Nunca olvidaré ese abrazo. Desde entonces, nos hemos ido viendo puntualmente, y cada vez que la veo tengo la sensación de haber estado con ella el día anterior, como si el tiempo no pasara, pero a la vez, teniendo la sensación de que me he perdido muchas cosas a su lado. Tengo claro de verdad, que la distancia puede cambiar una amistad, pero también puede reforzarla. Este es nuestro caso.
Me he despedido esta mañana de Madrid con melancolía, con la tristeza de los rostros de ver cómo la gente contemplaba, asombrada, la quemada torre Windsor. El escalofrío de la impotencia, y la mirada siempre hacia el futuro, llena de esperanza.
De Madrid al cielo.
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